La Tour Eiffel, Paris

Al llegar a París lo que más ansiaba era ver la famosa Tour Eiffel, la iba buscando por todas partes. Al volver a España y comentarlo con amigos, muchos de ellos, sobretodo ellas, me comentaron que también les pasó lo mismo cuando visitaron la ciudad.
El primer día en la ciudad lo dedicamos a ubicarnos, visitar Notre-Dame (aquí) y el museo Pompideu, del cual ya os hablaré. Así que el segundo día ya tocaba verla, fue lo primero que hicimos.

Paramos en el metro Trocadero, subimos unas escaleritas y allí estaba, una vista estupenda. En la plaza había mucha gente intentándonos vender souvenirs todo el rato, era incluso incomodo.
Bajamos, sin parar de hacer fotos y de disfrutar del momento. Cruzamos la plaza Varsovia, el pont d’Iéna y yo me quedé debajo contemplandola, impresiona y  mucho. Sí, es todo hierro, por eso aún impresiona más. Yo creo que ya no es solo la arquitectura de esta torre, sino lo que simboliza, la sensación que uno siente cuando esta allí.
Tengo oído que a los franceses lo le hace mucha gracia la torre, no les gusta.

Gustave Eiffel la construyó para que fuera el monumento de la Exposición Universal de 1889. En aquel entonces era el edificio más alto del mundo, 300 metros de altura ni más ni menos, más tarde se le sumaron 20 metros para ubicar el observatorio metereológico.

En 1909 estuvo a punto de ser destruida, pero se conservó por el valor que tenia como transmisora de ondas de radio. Fue usada también para televisión.

Con motivo de su centenario se restauró e instaló iluminación halógena.

Subimos hasta el tercer nivel, 276m, las vistas de la ciudad que ofrece os las dejo en fotografías ya que no tengo palabras para explicarlas.  Se puede subir a los diferentes niveles subiendo escaleras o por el ascensor.

Os recomiendo que ya que estáis allí subáis.

De este día tengo una anécdota curiosa, nos intentaron hacer el timo del anillo. No se si habéis oído hablar de el, yo afortunadamente antes de ir leí sobre el tema. Una vez abajo continuamos nuestro paseo por el Parc Champs de Mars, justo enfrente de la torre, mientras caminábamos y hablábamos una “señora” se agachó a los pies de mi acompañante y le dio a entender que se le había caído un anillo de oro. La mujer insistió mucho y nosotros le negamos durante un buen rato que no era nuestro, dejó de insistir.  Leí para aquel entonces, os estoy hablando del 2009, que si cogías el anillo y te lo quedabas la mujer te perseguía pidiendo una recompensa por haberte encontrado el anillo y que realmente eran muy pesados. Tuvimos suerte.

Os dejo un enlace aquí sobre los precios de la Torre Eiffel para que veáis las tarifas actualizadas. En la misma página encontrareis los horarios para visitarla.

Otro día fuimos por la noche para verla iluminada. 

Espero que os haya gustado y ya sabéis que ante cualquier duda, preguntarme.
Un saludo y ¡buen viaje!


FOTOGRAFÍAS: Raquel L.R.