Estos días cuando algún conocido, familiar o amigo me pregunta cómo me ha ido el fin de semana, la cosa va más o menos así:
- Bien, bien. Pero nos llevamos un buen susto. Volcamos.
- Si es que ya te dije yo que era peligroso.
- Bueno... ¡Nos reímos mucho! Fueron un par de horas de adrenalina, sustos, risas y mucha aventura.
Y es que cuando nos decidimos a irnos al Pirineo y hacer rafting no éramos conscientes en la que nos íbamos a meter.
El pasado fin de semana, aprovechando que el lunes era festivo en Barcelona organizamos una escapada para hacer rafting en Llavorsí (Pallars Sobirà).
Como algunos trabajaban el sábado, fuimos llegando por la tarde noche al camping La Borda del Pubill (del cual ya os hablaré en otro post ya que me gustó muchísimo). Nos fuimos a dormir prontito ya que a las 9.45h teníamos que estar preparados para la aventura.
Allí que estábamos el domingo, íbamos muy dormidos, pero en nada nos despejaríamos rápidamente. En la sede central de RocRoi nos equiparon con los trajes de neopreno, escarpines, casco y el chaleco salvavidas. Una vez listos, nos subieron a un jeep y rumbo a la orilla del río Noguera Pallaresa.
Junto a la barca, Anselmo, nuestro guía, nos explicó cómo teníamos que coger el remo, cómo aguantarnos con los pies en la barca, cómo cruzar las piernas para equilibrarnos y no caer al agua. Nos explicó que hacer si alguno caía al agua, como rescatarlo y como actuar si estábamos en el agua. Por último nos explicó, a modo de “esto no va a pasar” que hacer si volcaba la barca.
Allí estábamos, los de la derecha remando adelante, los de la izquierda remando adelante, con los brincos de los rápidos y el agua refrescándonos con cada saltito.
Pasamos el rápido llamado “la lavadora”, ¡bien!
Pasamos “el mostruito”, ¡bien!
Anselmo nos dice: “ Ahora pasaremos una zona en la que si queréis os podéis lanzar al agua, el agua está tranquila” Todos: “ ¿Ahora?". Anselmo: “Sí, ¡ya!”. Al agua que nos lanzamos seis de los ocho que íbamos en la barca. Yo pensaba “ Uff... que fría está el agua” Grité: “ ¡Subidme que está muy fría!”. Fuimos subiendo, eso sí, una vez ya arriba, miramos y... ¿Dónde esta Mari? La habíamos perdido, se alejó del bote y estaba más en la orilla que en el centro del río (algo que no se debe hacer, porque es donde hay más corrientes, rocas y remolinos).El río nos llevaba corriente abajo y Mari seguía sin aparecer, pero tranquilos, uno de los chicos de control que iba en kayak fue al rescate y a lo lejos la vimos enganchada del kayak corriente abajo.
Volvíamos a estar todos, pero no duraría mucho, en uno de los saltitos y sin darnos cuenta, perdimos a Dani. Me enteré de que se había caído cuando subió con la cara de susto al bote. Reímos mucho.
Seguimos...
“ ¡Los de la derecha remar adelante!¡Los de la izquierda remar atrás!” gritaba Anselmo. Aunque con el vaivén del agua y el ruido, en la zona de delante, no oíamos mucho sus instrucciones.
“ ¡En este rápido, adelante con energía!” gritó. Con tanta energía remamos, que en una de esas los del lado derecho acabamos encima de los del lado izquierdo y con otro salto acabamos todos en el agua.
Pasó todo tan tan rápido. Yo ni me enteré de que habíamos volcado, mientras estaba en el agua, pensaba “ Ya me he caído...” Pero al volver a la superficie, vi que no era la única, veía a mis compañeros pasar corriente abajo y no tenia cuerda ni bote en el que agarrarme, así que tome la posición que nos comentaron al principio, panza arriba con los pies por delante para evitar darme con rocas y seguir la corriente del río. Seguro que fueron dos minutos, pero a todos se nos hizo laaaargo. Conseguí agarrarme a una cuerda de otro bote, una amiga también, me miraba la pobre con una cara de susto “ Raquel, he tragado mucha agua” Estábamos en medio de un rápido, así que en un golpe de agua, me solté del bote, otra vez, posición panza arriba. Otro bote se acercó a mí, no lograba agarrarme, así que me tiraron la cuerda y ¡arriba!. En medio de nueve personas que no conocía, estaba desorientada y pensando donde estaban el resto de mis amigos. Me cambié de bote, ya que en el estaba una de mis amigas. El resto estaban en otro de los botes y dos de ellos habían logrado subir al bote del que nos habíamos caído. Una vez de nuevo todos juntos, reímos y analizamos lo que había pasado. Seguimos el recorrido, pero la verdad que no paramos de hablar del “ naufragio”.
Para mí fue muy divertido, si solo hubiera sido remar y remar, no hubiera sido igual. “Hemos tenido un rescate en kayak, una caída y hemos volcado” no paramos de contar la versión de cada uno y reír durante toda la hora de comer.
De los ocho que fuimos, unos pocos repetiríamos, los otros no lo tienen tan claro.
Pero yo desde aquí os animo, ya que lo nuestro fue el caso raro, el resto de embarcaciones que iban con nosotros no volcaron, de hecho no se si se les cayó alguien, porque nosotros no tuvimos que ir a socorrer a nadie.
A parte de la aventura, el lugar es precioso, otro día con más tiempo os cuento.
Un saludo y ¡buen viaje!